Es coña. Fue estupendo. La Banda tocó en la fiesta privada que organizó nuestro buen amigo Dionisio en una impresionante... (y con esto queremos decir REALMENTE impresionante) mansión señorial en el centro de Chinchón. Muchas plantas, muchas habitaciones, patios, e incluso rincones escondidos para perderse entre los muros de piedra cubiertos de tapices, muebles antiquísimos, escaleras de madera añeja, lámparas descomunales... y velas. Muchas velas por todas partes. Un par de pases con versiones del repertorio habitual de la Banda que se alargaron hasta más allá de las 3:00 de la madrugada.
Y nos encantó... y nos lo pasamos de miedo. Pero de verdadero miedito.